Ganó con 22 años la Lámpara Minera, "lo más" del cante jondo, pero a Rocío Márquez no sólo no se le ha subido a la cabeza, sino que afronta generosa cualquier reto, como su actuación mañana en el Teatro Español al lado de más "sangre nueva" de "joven flamenco", porque ella sólo quiere cantar y hacerlo "por derecho".Rocío Márquez (Huelva, 1985) era una chiquilla que sin haber hecho siquiera la Comunión se subió al tablao de una peña flamenca, se arrancó por fandangos y volvió loco al respetable con su quejío, infantil todavía pero ya con la elegancia y precisión que en 2008 la convirtieron en la ganadora absoluta del festival internacional de Cante de Las Minas, en La Unión, el más importante del mundo.A partir de su actuación en aquella peña, en su casa, donde nadie se explicaba de dónde había sacado aquella criatura un gusto tan afinado por el arte más puro, logró convencer a sus padres de que la dejaran participar en concursos de televisión como "Menudas estrellas" (Antena3)."Nunca perdí el rumbo -dice en una entrevista con Efe-. Yo lo tuve siempre muy claro y eran mis padres los que no querían que yo fuera a la televisión, que me expusiera en público. Eso te hace estar mucho más segura que cuando te imponen algo".Logró el tercer premio, luego varios más para artistas noveles y ya un "no parar" de actuar en distintos programas de televisión y radio, compaginándolo con las clases en el conservatorio, hasta que, con 15 años, decidió que era el momento de estudiar a fondo flamenco.Después de conseguir en Sevilla una beca de la Fundación Cristina Heeren, vuelve a programas de televisión, como "Gente de Primera" (TVE1) y no cesa de actuar en festivales flamencos, en peñas, en galas, y, a la vez, de estudiar "lo suyo" con esmero.Tanto es así que en 2007 logra el primer premio del Festival Nacional de Jóvenes Flamencos de Calasparra, en 2007 el de Ciudad de Jumilla y ya en 2008 arrasa en el Festival Internacional del Cante de las Minas al lograr, no sólo la "Lámpara Minera", sino además el primer premio en la categoría de tarantas, en la de fandangos mineros y levantica y en la de cantes abandolaos, por verdiales.Es decir, el premio "gordo" y otros tres, una "plusmarca" que sólo había conseguido, en 1993, Miguel Poveda."Ojalá mi carrera fuera parecida a la de él. Es el referente para toda nuestra generación, es un compañero admirable en todos los aspectos y no me puede gustar más de lo que gusta", piropea.Márquez sigue estudiando porque, aunque "casi" ha terminado Magisterio Musical, anda a la caza de los créditos y del curso que le falta para hacer en Sevilla el doctorado en flamenco.Atípica en un mundo en el que los flamencos se maceran en humo y fiesta -"no bebo, no fumo, no voy a discotecas"-, espera de su carrera sentirse siempre satisfecha al bajarse de un escenario porque, si no se siente así, todo lo demás, incluidos "el reconocimiento y la fama que a todos gusta", no valen la pena.En España, dice, ahora mismo jóvenes "con mucho gusto" están volviendo a revivir el flamenco antiguo, como el de sus admirados Niña de los Peines o Vallejo, y "luego está eso de la fusión, que si se hace con conocimiento hay que respetarlo".Mañana, en el Teatro Español, cantará "un abanico amplio, los palos más cortitos y dinámicos" del "jondo", junto al bailaor David Morales y la pianista Laura de los Ángeles en el ciclo que desde el día 22 y hasta el 31 ofrece un recorrido por el arte de "estrellas emergentes"."Siempre me imponen los escenarios, y mañana no será menos, pero no por miedo, sino por respeto, porque si eso se pierde está todo perdido. Yo lo que quiero es cantar y, de momento, no puedo ser más afortunada".Fuente : EFE
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