Si alguna vez dejó una colilla o una lata en la arena de la playa, esta noticia le importará poco. Poco quizás le importe que esa bolsa de plástico, ese envoltorio dejado adrede en ese lugar del que nos habríamos beneficiado pasando un bonito día , haya acabado matando a alguna especie en extinción, o con la mejor de las suertes a un “simple” salmonete; poco quizás le importe que por culpa de ese cómodo gesto de no llevar nuestras basuras al lugar que corresponde, ahora mismo exista una gigantesca “sopa” con los desperdicios de esta sociedad consumista, flotando a la deriva en el océano Pacífico, matando a “todo bicho viviente” y convirtiendo el mar en el mayor vertedero del mundo . Y todo esto sigue pasando a pesar de las campañas de concienciación, de las dramáticas imágenes que, a diario, vemos sobre los efectos de esto que llamamos “progreso” sobre la naturaleza, del aviso de los expertos que nos anuncian que de continuar con este ritmo, en el 2030 necesitaremos dos planetas para satisfacer nuestras, cada vez mayores, necesidades.
Hace veinte años vivíamos en la ignorancia respecto a los temas medioambientales, pero hoy en día es una verdadera aberración y una enorme irresponsabilidad no actuar en consecuencia, y peor aún no enseñar a los niños hábitos de conducta sostenibles con el medio ambiente, lo que se podría denominar “manual de supervivencia”. Si enseñamos a los niños a caminar, a hablar, les enseñamos idiomas, informática…. de qué sirve todo esto si en la herencia no dejamos lo más importante y esencial, tierra sobre la que vivir.
El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente señala que por cada kilómetro cuadrado de océano hay 13.000 fragmentos de desechos plásticos, es lo que se llama sopa de plástico, la mayor se encuentra en el Pacífico y su extensión se considera que es más o menos como tres Españas.
Y es que los plásticos y los materiales sintéticos no se degradan ni se procesan por mecanismos biológicos naturales, pero sí se fragmentan hasta quedar como mortales granos de arena para muchos animales marinos. Los residuos de actividad pesquera, aparejos y redes, completan el desastre. .Aves, tortugas, focas, leones marinos, delfines y ballenas mueren por ingestión de materiales plásticos o atrapados en mallas, por asfixia, estrangulamiento, heridas o hambre. Se calcula que hasta 267 especies distintas entran en ese trágico proceso.
Pasividad, falta de conciencia. Nunca comprenderé porque nos empeñamos en destruir nuestro hogar, en redecorarlo a modo de estercolero, en pensar que todo nos pertenece. Necesitamos un verdadero cambio de conducta, de actitud, pues día a día se demuestra que el modo de vida actual no es compatible con el planeta. Debemos llevar una vida digna, sin que afecte a la conservación del medio ambiente; debemos prescindir de lo que no sea importante. Preguntémonos, por ejemplo, cuántos móviles tenemos en casa, o a qué temperatura tenemos la calefacción, o si encendemos más luces de las necesarias. En definitiva, no esperemos a que sea demasiado tarde, empecemos hoy mismo a cambiar las cosas, estoy segura de que en materia medioambiental sabemos, de sobra a estas alturas, cuando lo estamos haciendo bien y cuando no, así que yo propongo que siempre, siempre, lo hagamos los mejor posible con nuestra madre tierra.
WhatsApp Ayuntamiento