El encierro se ve pero también se oye. Hoy www.calasparra.org les invita a vivir el encierro a través del oído. ¡La emoción del encierro también se escucha!
Desde primeras horas de la mañana la charanga «Los Pijoteros» levantan al municipio y le recuerdan que a las 10 en punto comienza la carrera entre novillos y corredores. Los cabezudos animan el tiempo de espera hasta que suena el cohete. Mientras se pasean por el recorrido el bullicio no cesa y las conversaciones en el vallado, balcones y ventanas pueden ser de lo más variadas y animadas por los nervios del momento. Entonces suena el cohete, ese disparo acelera el corazón y nos pone en alerta. El cohete, a modo de director de orquesta marca la única nota que todo el coro da al unísono. Al tiempo que la estela del chupinazo se va disipando en el aire la calle se despeja y el bullicio casi se apaga, el ritmo cardíaco acelerado de las miles de personas que se agolpan para ver el desfile de bestias y hombres casi se puede escuchar. Las respiraciones aceleradas de los mozos por el esfuerzo de la carrera, el galopar de los novillos sobre el asfalto y el paso firme de los corredores que desgastan la suela de su calzado con cada zancada, resuenan que asusta. El cencerro de los mansos anuncia la llegada de los astados. Si todo va bien irán al paso de los novillos, conduciéndolos. Es, precisamente, ese repique metálico el que nos recuerda que el encierro toca a su fin. Y como si de una melodía se tratara, el grito de los mozos guiando a la manada es la letra a una emocionante canción: La sintonía de los encierros taurinos de Calasparra.