La cantante granadina Marina Heredia ofrecía anoche un soberbio recital en Calasparra dedicado a la Navidad y compuesto, fundamentalmente, por villancicos de la tradición granadina. Un concierto sofisticado, pero a la vez cercano y cargado de virtuosismo, en el que la cantaora apareció con un impresionante estilismo, elegante y flamenco, difícil de superar. La artista, que no escatimó a la hora de derrochar arte y sentimiento por los cuatro costados, cantó como una reina y acabó poniendo al público en pie, reivindicando su puesto entre las mejores intérpretes de flamenco de las últimas décadas.
A su lado, un cuadro flamenco y unos músicos de categoría, entre los que destacaba el maestro Curro Albaicín, que hizo suyo aquello de «¡no se pué aguantar!». Poderío y arte a raudales en sus recitados, bailes y chascarrillos dejaron claro al público que estaba ante «la memoria artística viviente de Granada”, como lo definió la propia Marina. El cuadro lo completaban José Quevedo, a la guitarra; Paquito González, a la percusión, así como cuatro palmas-coros: Víctor Carrasco, Ana Heredia, Fita Heredia y Anabel Rivera.
Un lujo contar con un espectáculo así en Calasparra.
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