(Extracto de la noticia publicada por José Antonio Moya en La Verdad)
Que el encierro de ayer resultara limpio no significa que estuviera exento de incidentes. Un novillo de la ganadería de Prieto de la Cal, de capa negra, resbaló en cuatro esquinas y fue a empotrarse contra los hierros de una de las puertas del recorrido, retorciéndolas literalmente. En la cuesta de Ordóñez, se produjeron las carreras más lucidas, con sustos incluidos, aunque sin consecuencias. Ya dentro del coso de la Caverina, uno de los astados estuvo a punto de cazar al novillero Enrique Portero, que hacía de doblador. Por lo demás, sólo rasguños que no precisaron de enfermería.
Dos minutos y catorce segundos tardaron los Veraguas de Prieto en consumir los 903 metros del recorrido. En esta ocasión -no en vano era día laborable-, las calles registraron menos afluencia, unas 20.000 personas. Eso sí, espectadores y corredores pudieron disfrutar de la estampa de los únicos Veraguas puros que quedan en España, personalizados en esta ganadería. Novillos de capas jaboneras, un castaño y, como excepción, uno negro. La novillada, preciosa, retrotraía a imágenes.del siglo XX, de blanco y negro, de Joselito y Belmonte.